martes, 15 de enero de 2008

Cuentos del Extremo Oriente: Yuki Onna.

Tenía ganas de poner alguna leyenda asiática, aquí traigo la leyenda de La Mujer de la Nieve o Yuki Onna.

Yuki Onna es una figura popular de la animación, el manga y la literatura japonesa. representada como una mujer alta, hermosa, de largos cabellos, que se manifiesta en una noche nevada. Su piel es, pálida o aún transparente, podría decirse que casi inhumana. Su color hace que se la confunda en paisajes nevados.

A veces usa un kimono blanco, pero otras leyendas dicen que aparece desnuda recostada en la nieve. A pesar de su belleza inhumana, sus ojos pueden causar terror en los mortales. Yuki-onna flota a través de la nieve, sin dejar huella (de hecho, algunos cuentos dicen que no tiene pies, una característica notable para muchos fantasmas japoneses), y la puede transformar en una nube de niebla o nieve si se siente amenazada.

Está asociada al invierno y a las tempestades de nieve, se dice en algunas leyendas que parece ser el espíritu de un individuo que ha fallecido de frío en la nieve. Es al mismo tiempo hermosa y serena, más allá de su despiadada matanza de mortales insospechados. Hasta el siglo XVIII, la retrataron casi uniformemente como el mal. Hoy, sin embargo, las historias la colorean a menudo como más humana, acentuando su naturaleza fantasmal y efímera belleza.

En muchas historias, Yuki-onna se revela a los viajeros que se encuentran atrapados en tempestades de nieve y utiliza su respiración helada para dejarlos como cadáveres en forma de estatua de hielo. Otras leyendas dicen que los extravia de modo que mueren debido a la exposición al frío. Otras veces, se manifiesta sosteniendo a un niño. Cuando una persona bien intencionada toma en sus brazos el niño que lleva, esa persona se congela en el lugar. Los padres que buscan a sus hijos son suceptibles a esta táctica.

Yuki-Onna por Toriyama SekienOtras leyendas hacen a Yuki-onna mucho más agresiva. En estas historias, invade a menudo físicamente los hogares de la gente, soplando en la puerta con una ráfaga del viento, para matarles mientras duermen (aunque algunas leyendas cuentan que primero la tienen que invitar a entrar en la casa). Yuki-onna varía de cuento a cuento. A veces simplemente le satisface observar la muerte de sus víctimas. Otras veces, es más vampírica y chupa la sangre de sus víctimas o la "fuerza de la vida".

De vez en cuando adopta la forma de un Súcubo, cazando hombres de creencias débiles para drenarlos o congelarlos a través de cópula sexual o un beso. Como la nieve y el tiempo del invierno que ella representa, Yuki-onna tiene un lado más suave.

A veces deja a las víctimas marcharse por varias razones. En una leyenda popular de Yuki-onna, por ejemplo, deja libre a un muchacho joven debido a su belleza y edad. Le hace prometer al muchacho que nunca la mencionará, aunque, y cuando él relaciona la historia con su esposa, mucho más adelante en la vida, su esposa dice ser la mujer de la nieve. Ella se lo revela a él por romper su promesa pero esta vez se la ve dejandole a cargo los niños que tuvieron. Pero si él se atreve a maltratar a sus niños, ella volverá sin misericordia.

Afortunadamente para él, es un buen padre. En una leyenda similar, Yuki-onna derrite a su marido cuando descubre su verdadera naturaleza.




Yuki Onna.

Un vampiro reside en los bosques de la provincia de Musashi con la necesidad de beber sangre y crear grandes tormentas de nieve. Un día como otro cualquiera, Mosaku y su alumno, Minokichi (leñadores de la zona que siempre iban a ese bosque a trabajar) se encuentran con una tormenta de nieve, intentan volver a casa, pero el ferrit que los podía llevar se encontraba en lado opuesto. Sólo les quedó el resguardarse de la tempestad en una vieja cabaña.

Allí el anciano Mosaku se duerme enseguida pero su joven aprendiz tarda más. De repente es despertado por una ráfaga de nieve y una luz (Auki-akari), la puerta estaba abierta y lo primero que ve es una mujer muy blanca, inclinada sobre Mosaku hechandorle el aliento que era como humo blanco brillante. La vampira bebe la sangre del anciano Mosaku para a continuación, fijarse en el atemorizado Minokichi e ir hacia él. Intentó gritar pero de su boca no salió ningún sonido, la muchacha se encorvó y se le acercó aun más, hasta casi tocarle.S u cara era muy hermosa con uno ojos que harían temer al mismo demonio. Hubo un silencio y entonces ella sonrió, le susurró: “El destino que le doy a todos los hombres es el mismo pero no puedo dejar de sentir cierta lastima por ti… eres tan joven… un chico guapo, Minokichi, y no voy a hacerte daño ahora. Pero, nunca, deves decirle a nadie, incluso a tu propia madre, acerca de lo que has visto esta noche. Si lo haces lo sabré y moriras… RECUERDA lo que digo!!”

El tiempo pasa, nuestro protagonista está recuperado del acontecimiento, una tarde, en el invierno del año siguiente encuentra con una jovencita forastera por el camino y después de varios días ambos terminan enamorados. Ella era alta, delgada y guapa, le saludó con una voz muy agradable a los oídos como un bonito canto de aves. Luego caminó a su lado, y comenzaron a hablar. La niña dijo que su nombre era O-Yuki, que últimamente había perdido a sus padres, y que iba a Yedo (Tokio), ya que pasaba por malos momentos, a ver si encontraba algún trabajo aunque fuera como sirviente. Minokichi pronto se enamoró de la muchacha. Le preguntó si estaba prometida, y ella respondió, riendo, que era libre. Luego, ella le preguntó si estaba casado, o comprometido, y él le dijo que, “a pesar de que tenía una madre viuda que apoyar, la cuestión de un "honorable nuera" aún no había sido considerada, como él era muy joven...” Después de estas confidencias, caminaron durante mucho tiempo sin hablar, pero, como dice el proverbio, Ki ga areba, me mo kuchi hodo ni mono wo iu: "Cuando el deseo está ahí, de los ojos puede decir tanto como la boca". En el momento en que llegó a la aldea, le preguntó Minokichi a O-Yuki que si quería parar a descansar un rato en su casa. Después de algunas vacilaciones tímidamente, ella fue con él, y su madre le dió su bienvenida, y preparó una comida caliente para ella. O-Yuki se comportó bien por lo que la madre de Minokichi le persuadió para retrasar su viaje a Yedo. Y al final, Yuki nunca fue a Yedo, permaneció en la casa, como un "honorable nuera".

O-Yuki fue muy buena nuera. Cuando la madre de Minokichi iba a morir, - unos cinco años después, - sus últimas palabras fueron las palabras de afecto y elogio por la esposa de su hijo. O-Yuki Minokichi tubo diez hijos muy guapos.


La mayoría de los campesinos y las mujeres de edad temprana pensaba que O-Yuki era una persona maravillosa, pero, incluso después de haberse convertido en la madre de diez hijos, parecía joven y fresca como el día cuando ella había llegado a la aldea.


Una noche, después de que los niños se hubiesen ido a dormir, O-Yuki fue a coser a la luz de una lámpara de papel, y Minokichi, viendola, dijo: --


"A verte coser ahí, con la luz en tu rostro, me hace recordar en algo extraño que ocurrió cuando yo era un chaval de dieciocho años. Me viene la imagen de alguien hermoso y blanco como tu ahora - de hecho, os pareceis mucho ."...


Sin levantar los ojos de su trabajo, O-Yuki respondió: --

"Dime acerca de... ¿Dónde la viste?”


Minokichi luego le contó acerca de la terrible noche en la cabaña del barquero, - y sobre la Blanca Mujer inclinada sobre de él, sonriendo y susurrando, además de la muerte del viejo Mosaku. Él dijo: --


"Dormido o despierto, fue la única vez que he visto un ser tan hermosa como tu. Por supuesto, ella no era un ser humano, y tenía miedo de ella, - mucho miedo, - pero ella estaba tan blanca!! ... En realidad, nunca he estado seguro si era un sueño o la Mujer de la Nieve..."


O-Yuki que ya había cosido bastante, paró, y se dirigió hacia donde se encontraba Minokichi, se acercó a su cara y le dijo: --


"Se I - I - I! Yuki es! ...Y yo te dije entonces que te mataría si alguna vez decías algo de aquello...!! Pero tu muerte significaría para mi... aquellos niños que duermen ahí…
Ahora es mejor que me prestes muy, muy buena atención... cuidarlos… siempre... si alguna vez les pasa algo… te trataré como te mereces... ten por seguro que no tendras una tercera oportunidad!!"


Incluso cuando ella gritó, su voz se convirtió en un fino sonido, como un llanto de viento; - entonces ella fundida en una blanca brillante niebla se disipó en el techo de vigas, que se estremeció... Nunca más se la vió.

Así ella se marchó, dejandole a cargo de los niños que tuvieron, pero si él se atreve a maltratar a sus hijos... ella volverá sin misericordia y esta vez si cumplirá su amenaza.




El Fantasma de la Mujer de la Nieve.

En el pueblo de Hoi, una aldea de apenas once casas, todas muy pobres, vivía Kyuzaemon. Él era muy pobre, y doblemente desafortunado porque había perdido al mismo tiempo a su hijo y a su esposa. Llevaba una vida solitaria.

En el atardecer del día 19 de enero del tercer año de Tenpo, es decir, 1833, una tremenda tormenta de nieve se abatió sobre la zona.

El cerró las contraventanas, y se instaló en casa lo más confortable que pudo. Hacia las once de la noche le despertó un ruido como de arañazos en la puerta; era un ruido muy peculiar, y se oía a intervalos regulares.

Kyuzaemon se incorporó en la cama, miró hacia la puerta, sin saber qué pensar de aquél ruido. Los arañazos volvieron de nuevo, y con ellos la suave voz de una mujer. Pensando que pudiera ser la hija de uno de sus vecinos buscando ayuda, Kyuzaemon saltó de la cama; pero cuando llegó a la puerta sintió miedo de abrirla. Las voces y los arañazos comenzaron de nuevo justo cuando estaba junto a la puerta, y él contestó con una voz atribulada: ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres?.

- ¡Abre la puerta! ¡Abre la puerta! Llegaba la voz desde fuera. ¡Abre la puerta!.

- No, hasta que sepa quién eres tú y qué haces tan tarde en una noche como ésta.

- Pero tienes que dejarme entrar. ¿Cómo puedo seguir adelante en una noche de nieve como ésta?. No busco comida, solamente refugio.

- Lo siento; pero no tengo futones ni sitio para dormir. No es posible que te quedes en mi casa.

- No quiero futones ni sitio para dormir, solamente refugio. Suplicó la voz.

- No puedo dejarte entrar de ninguna manera, grito Kyuzaemon. Es demasiado tarde y va contra las costumbres y la ley.

Dicho esto, Kyuzaemon aseguró la puerta con una fuerte barra madera, sin haberse atrevido siquiera a abrir un resquicio de la puerta para ver quién podía ser su visitante. Cuando volvía hacia la cama sintió un escalofrio al contemplar a su lado la figura de una joven, de pie junto a él, vestida de blanco, con el pelo cayendo por su espalda. No tenía la apariencia de un fantasma; su cara era hermosa y parecía tener alrededor de veinticinco años. Kyuzaemon, cogido por sorpresa y muy alarmado, exclamó:

- ¿Quién eres tú y cómo has entrado?. ¿Dónde has dejado tus getas?.

- Puedo entrar donde quiera y cuando se me antoje, dijo la figura. Yo soy la mujer a la que no querías dejar entrar. No necesito getas; me muevo con los remolinos de la nieve; a veces incluso vuelo por el aire. Voy de camino a visitar la siguiente aldea; pero el viento se ha vuelto contra mí. Por eso quería que me dejases descansar aquí. Si me lo permites te prometo que me iré tan pronto como el viento amaine. En cualquier caso me habré ido por la mañana.

- No me importaría dejarte descansar aquí si fueras una mujer normal. De hecho me sentiría contento; pero me asustan mucho los espíritus, al igual que a mis antepasados, dijo Kyuzaemon.

- No tengas miedo. ¿Tienes un butsudan?, dijo la figura.

- Si, tengo un butsudan, dijo Kyuzaemon. ¿Pero para qué quieres saberlo?

- Dices que tienes miedo de los espíritus y de lo que yo pueda hacerte. Quiero presentar mis respetos a las tablillas de tus antepasados y asegurar a sus espíritus que nada tienes que temer de mí. ¿Puedes abrir el butsudan y encender la lamparilla?.

- Si, dijo Kyuzaemon, temblando de miedo. Abriré el butsudan y encenderé la lámpara. Por favor, reza también por mi porque soy un hombre desafortunado al que ha abandonado la suerte. Pero debes decirme a cambio quién y qué espíritu eres.

- Quieres saber demasiado, pero te lo diré, dijo el espíritu. Creo que eres un buen hombre. Mi nombre era Oyasu. Soy la hija de Yazaemon, el que vive en el siguiente pueblo. Mi padre, como quizá sepas, es un granjero, y acogió en el seno de su familia y como esposo para su hija a Isaburo. Isaburo es un buen hombre; pero a la muerte de su mujer, el año pasado, abandonó a su suegro y volvió a su antigua casa. Esa es la razón principal por la que voy a buscarle y recriminarle por su acción.

- Entiendo, dijo Kyuzaemon, que la hija que se casó con Isaburo ¿fué la que pereció el año pasado en la nieve?. Si es así, entonces tu tienes que ser el espíritu de Oyasu, la esposa de Isaburo.

- Si, así es, dijo el espíritu. Yo era Oyasu, la esposa de Isaburo, quien murió el año pasado en una ventisca, de la cual mañana se cumple el aniversario.

Kyuzaemon, con manos temblorosas, encendió la lámpara del pequeño butsudan, murmurando "Namu Amida Butsu; Namu Amida Butsu" con un fervor que nunca antes había sentido. Hecho esto, vió avanzar la figura de la Yuki Onna, Espítu de la Nieve; pero no se oía el ruido de sus pasos mientras se deslizaba hacia el altar.

Kyuzaemon se retiró a la cama, donde cayó dormido en seguida; pero luego le pareció escuchar la voz de la mujer despidiéndose. Antes de tener tiempo de incorporarse, ella había desaparecido, sin dejar huella. La luz aún ardía en el butsudan.

Kyuzaemon se levantó al romper el alba y fué a la siguiente aldea, apara ver a Isaburo al que encontró con su suegro, Yazaemon.

- Sí, dijo Isaburo, ha sido un error abandonar al padre de mi esposa cuando ella murió, y no estoy sorprendido de que en las noches que nieva se me aparezca continuamente, como un reproche, el espíritu de mi esposa. Esta mañana, muy temprano, la he visto otra vez y he decidido volver. Hace escasamente dos horas de ello.

Haciendo cábalas sobre lo ocurrido, Kyuzaemon e Isaburo cayeron en la cuenta de que el espíritu de Oyasu, después de abandonar la casa de Kyuzaemon, habia ido directamente a ver a Isaburo y estuvo con él hasta que éste prometió volver a la casa de su padre y confortarle y cuidarle en su ancianidad.



3 comentarios:

Pandora dijo...

¡¡Esta me la sabía!! Recuerdo aquel capítulo de Inuyasha (espero no haber mezclado series) en el que salía la malvada Yuki Ona...
Ya sabes que a mi los mitos y leyendas me molan mazo, así que espero ver más.

Besitos.

Momotaro dijo...

Uoh! Qué entrada más larga!!
Esta Yuki Ona tiene más peligro.. a partir de ahora cuando nieve tendremos que ir con mucho cuidadín de no verla.
Por cierto, que yo tenía vagamente esta leyenda en mi mente porque la vi en un capítulo de los Simpsons... si, fíjate tú jejeje

Mordiscos,
Sybelle

Anónimo dijo...

Estas historias de espíritus me recuerdan a según que capitulillos de Shin Chan, aunque, claro está, hay menos miedo o intriga y más humor gracias al famoso "culito, culito" del pequeño niño de Kasukabe.
Uhahahahahaha, ¡ultrarrayo!